lunes, 19 de diciembre de 2011

A vueltas con J.M. Coetzee...


He aquí la estupenda reseña que ha escrito nuestro amigo Javier Suárez:


DESGRACIA. Coetzee

El libro es sobrecogedor y espléndido. Cuando vas avanzando parece que lees varias novelas. Es como si un foco iluminara a uno de los personajes y su historia, dejando en sombra a otros que luego van a resultar esenciales. La primera parte me recordaba a la Mancha humana de Roth, una historia de amor entre un hombre maduro y una jovencita y un conflicto institucional en una universidad. Supongo que estas primeras 70 páginas sirven para centrar al personaje y para mostrarnos desde donde se va a precipitar al abismo. Luego David entra en sombra, pasa a un segundo plano y el foco apunta al mundo de Lucy. Todo es normal, hasta que sobreviene un acto brutal. Esto parece otra novela (A sangre fría, pero invirtiendo el punto de vista),  y al principio sientes que tan solo nos está contando como la violencia más descarnada pueda truncar cualquier vida. Algo que todos sabemos que ocurre cientos de veces cada día en cientos de lugares distintos del mundo. Pero lo mejor de la dirección de este segundo foco es lo que vuelve a dejar en sombra, porque ya se intuye que la sombra es inquietante: ese hombre que aparece por la granja, pero desaparece en el momento decisivo. Y a partir de aquí el foco empieza a iluminar a Petrus y su mundo y, ya en el último tramo de la novela, todo la escena; pero, claro, hay de todo menos luz, porque todo es negro, negro, negro y, obviamente, no me refiero al color de las pieles, aunque esto tampoco es ajeno a tal desmesurada ración de "negrura" (es curioso como todos sabemos quien es blanco y quien es negro, aunque no se nos dice de forma explícita, me parece, hasta la página 150). Supongo que a partir de aquí lo que se nos muestra es una sociedad rota, en el que las heridas son tan enormemente profundas que su sutura es imposible y la mezcla de dos mundos ni siquiera es imposible como cuando mezclamos el agua y el aceite (que se limitan a permanecer separados), sino que es como si fusionamos dos criaturas: lo que obtenemos es un monstruo bicéfalo. Al final desearíamos un poco de ternura complaciente, un pequeño respiro, por lo menos que David se quede con el perrito cojo, pero ni tan siquiera eso nos es concedido: David hace con el perro lo mismo que hace con su hija, llevarlo con amor a que se cumpla el horror, que es su destino inexorable, inexorable no porque los dioses jueguen cruelmente con los humanos, sino porque los humanos nos empecinamos en crear sociedades donde poco más que el horror es posible.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Nuevas lecturas para enero...

La calidad de la novela de Coetzee propició que ayer tuviésemos un debate animado y estimulante.Como opción para el siguiente encuentro del 26 de enero, leeremos dos obras de Pierre Michon, autor francés de culto: VIDAS MINÚSCULAS y LOS ONCE. Editados ambos en Anagrama, el primero en 2002 (en Francia en 1984) y el segundo en 2009. Son novelas cortas muy atractivas, que seguro nos harán disfrutar íntimamente.




sábado, 3 de diciembre de 2011

A modo de Postfacio de una lectura animada




Allí estábamos, en torno al rectángulo que conformaban seis pequeñas mesas ensambladas. En medio de la mesa, presta para nuestro diálogo lector, una novela: “Libertad”, de Jonathan Franzen. 
La habíamos escogido para lectura del mes por unanimidad. Fue una decisión fácil. Los reclamos del runrún mediático y de la crítica literaria de prensa mejor intencionada salpicados de algunos datos “mitificantes” sobre el autor –portada en Time, rechazo a una entrevista con la todopoderosa Ophra Winfrey y otros signos de “enfantterribilidad”- la hacían lectura obligada para nuestro club lector.
¿Respondió a nuestras expectativas de lectores “avisados? ¿Nos gustó? ¿Una gran novela? ¿Más ruido que nueces?... Saltan las opiniones a borbotones; una primera, y buena, señal de que no nos había dejado indiferentes:  

·         Una  buena novela de la América del post trauma de los años Bush. La familia Berglund no es, más allá de la primera impresión, el tema central de la novela, sino un motivo que, a modo de patchwork, va bordando, de punta a punta –puntada a puntada- y de costa a costa un conjunto de “piezas”, motivos, personajes, paisajes, temas y contextos, sonidos e imágenes,  el clima emocional, físico y moral  de los Estados Unidos de estos treinta últimos años. (Un estupendez particular: Visión de los EEUU más cercana, en mi parecer, a la que ofrece Norman Rockwell en sus dibujos –los conocéis de sobra- que a la del bueno de Noam Chomsky.)

·         Respuesta inacabada, nunca definitiva  a  cómo vivir, a cómo brujulear en una época que parece haberse vuelto loca, envuelta en un tono tragicómico de una virtuosidad encomiable.

·         Reflexión desencantada sobre la capacidad de los americanos -aquí Patty, Walter, Richard, Joey…- para dar un sentido individual a una libertad buscada a la contra de su generación familiar anterior. Ejemplo estupendo: Walter, el “virtuoso” esposo, volcando sus ideales ecológicos en la salvación de un pajarillo y ofreciendo, para ello, a la voracidad de una empresa bushiana, vastos territorios vírgenes que arrasará las montañas a golpe de dinamita. Recuerdo del paradigma siniestro de la guerra del Vietnam: “Por su bien, debemos arrasar este poblado”.

·         ¿Una Freedon a la americana? Pues, sí, aunque sea para errar, para tomar decisiones equivocadas generación tras generación, para no saber gestionarla. Yo diría que también una Freedon “a la nuestra”, a la de todos. Pese a todo, la familia Berglund sobrevive. Y también sobreviven sus hijos, aunque hayan derrochado su bien más preciado, su libertad.

·         Cruce de Realismo socio-naturalista decimonónico y folletín al estilo de “Mujeres desesperadas” (esto lo digo yo) tanto en la descripción como en la caracterización  de los personajes –minuciosidad llamativa con Patty como mejor ejemplo-con el que es fácil identificarse a cualquier lector y que resulta una “extrañeza” agradable en un ámbito narrativo actual distinto, no mejor ni peor, más experimental, como, por ejemplo, el del último De Lillo que hemos leído.

·         ¿Novela genial? No. ¿Buena novela, incluso muy buena novela? Sí.

3 APOSTILLAS
Perdón por no decir todo lo que dijisteis y debiera haber dicho.
¿Por qué dejamos este día la sala con la noche más cerrada que en otros encuentros?
¿Cómo nos influye a los lectores “ilustrados” (con perdón) que una obra venga precedida con el adjetivo “genial”?