He leído atentamente vuestras reseñas. Da gusto con una
Familia tan prolífica, literariamente hablando…
Leí “La cena” con muchísimo interés. Me atrapó con fuerza al
principio para, luego, ir perdiendo intensidad.
Ningún personaje me resultó simpático ni cercano. Paul, porque alienta y fomenta la
violencia en su hijo desde la más tierna infancia con su propia violencia (¿demente?);
Claire como encubridora de ambos e, incluso,
yendo más allá como primera instigadora del asesinato de Beau, su primo; Serge, porque
le pesa más su temor al escándalo, si llega a conocerse la implicación de su
hijo Rick en el salvaje asesinato
de una mujer que dormía en un cajero, que sus valores ético-morales o políticos;
Babette, porque parece preocuparse,
ante todo, de que nada cambie en su confortable vida. Los más comprometidos
entre sí, que no con el resto de la humanidad, son Paul, Claire y su vástago
Michael. Nada puede afear su
“entrañable familia”, ya que se elimina drásticamente… a cualquier precio.
Los adolescentes protagonistas, fruto de una educación en
exceso permisiva, carente de valores y de contenido, no crecen bien, no maduran
como sería de desear; sus padres, tampoco, les ayudan a hacerlo. Aunque uno sea
más violento, el otro más cobarde y el tercero, además de posterior víctima,
intente beneficiarse del acto criminal de sus primos… los tres denotan, incluso
Beau que se niega a participar en el
crimen perpetrado por ellos, una ausencia total de remordimiento o culpa.
Terrible la historia de Beau,
arrancado de sus raíces, adoptado como un juguete y sacrificado como un estorbo
embarazoso.
Así, Micheal y Rick cometen un acto fascista asesinando
a una indigente que les estorba y molesta con su mal olor, alentados y
alimentados, de una forma activa uno, y de forma pasiva el otro, por sus
familias. Consentidos por una sociedad que prefiere mirar hacia un lado menos
incómodo, más hedonista.
Me gustó la forma en que el autor nos va tejiendo la
historia, aderezada con el propio menú.
La historia me dejó mal cuerpo, ciertamente me sentó mal “la
cena”, aunque me alegro de haberla leído.
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