lunes, 19 de marzo de 2012

Apuntillos a la (¿bien/mal?) llamada novela de Anticipación Social

Apuntillos a la (¿bien/mal?) llamada novela de Anticipación Social

2ª entrega


Criterio nº 3, y posiblemente el más significativo: la anticipación social está basada en la distancia particular entre intimismo y holismo. Las novelas de Self, Coupland o Amis suelen funcionar con un mismo esquema: se aplican, con precisión quirúrgica, al destino, a los sentimientos de un personaje único, solitario -o a un grupo de personajes homogéneos (Coupland en Generación X)- que se mueve en el corazón de una intriga de alcance mesiánico que va más allá de la época en la que se desarrolla. El destino del protagonista es emblemático y portador de un sentido que le supera. Nunca llega a ser actor de la Historia sino portador de toda la Historia del ser humano, ya sea porque forma parte de un fenómeno determinante (La segunda oportunidad, de Coupland)  ya sea porque es víctima de un acontecimiento singular que sintetiza la situación histórica de una sociedad (la constante kafkiana que encontramos en las novelas de Ellis). Dicho de modo más simple: la “genialidad”, si se puede llamar así, de los novelistas de la A.S. reside, al modo de los entomólogos, en mezclar lo infinitamente pequeño con lo infinitamente grande. La historia está siempre presente, pero ya es futuro. Un buen ejemplo puede ser el protagonista de La flecha del tiempo, de Martin Amis, en la que “se carga” a la Shoa a partir de una abracadabrante experiencia de inversión de la cadena histórica.

Criterio nº 4: Otro punto en común a los novelistas de la A.S. es su moralismo y su carácter satírico. Lo “escandaloso” acompaña siempre a sus “bestsellers”. Ellis, Coupland, Self o Amis atacan, a veces de cara y a veces por los bajos,  a sociedades en plena reconstrucción puritana. Recordemos al Ellis que dinamita la América triunfante de los años 80; o a la  Generación X  de Coupland que arrastra su languidez juvenil en formas de sociabilidad agotadas y que ha heredado de los múltiples espejismos del 68 francés. La Inglaterra de Amis se pudre bajo el “thatcherismo” y la de Self revienta al punto de aparecer presentada en la forma de una sociedad de primates (Grandes simios) o de muertos vivientes (Cómo viven los muertos). La novela de A.S., novela de fin de siglo, es una literatura decadente y sus protagonistas denuncian las imperfecciones de la sociedad liberal y claman, más o menos,  por un retorno a los valores humanistas. Por ejemplo, Coupland no duda en practicar el angelismo y, normalmente, disuelve la negrura de sus obras en finales felices un tanto nebulosos y seudoreligiosos (Miss Wioming, Microsiervos) Los demás se salen con piruetas finales que les permiten salvar la cara ante su numeroso público. Quizá sea Ellis el más “valiente” pero pocas veces asume el amoralismo de sus personajes. Es uno de los reproches más frecuentes a estos novelistas: no son buenos” rematadores” de sus novelas.

Es una “escuela” todavía joven y que va más allá de estos escritores que hemos mencionado líneas arriba. Y aquí podríamos añadir a Chuck Palahniuk y al mismísimo Houllebecq, que, con personalidad literaria propia, profundizan en los surcos trazados por los anteriores.
Ahora, el ideal sería ir mostrando, a través de algunas de sus novelas más interesantes, que estamos ante una categoría narrativa original y que puede considerarse, en muchos aspectos, como una de las más representativas y productivas de los últimos veinte años. Pero eso sería otra historia que, pienso yo, debería escribir cada uno desde su propia historia lectora, y siempre que le interese.

chau, chau  

Sergio





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